Martin Heidegger, uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, ha dedicado a los problemas estéticos una parte relativamente amplia de su obra, cuando se refiere a la trascendencia del arte, a su relación con la verdad.
Heidegger en primer lugar; refiere a la situación del ser humano en el mundo como Da-sein (ser ahí), el ser debe estar abierto al mundo, por ello puede comprender, y en esto se distingue de los demás entes.
El hombre ya es en el mundo, está en él sin haberlo elegido, existe en estado de yecto, arrojado en el mundo. El hombre es tiempo, acontecer (Ereignis); y el arte tiene su lugar en el Ereignis.
El artista Pablo Miquet expresa esto al decirnos que el arte es inclasificable en cuanto a momento y situación, a veces se pasa mucho tiempo sin necesidades de expresarse artísticamente, y otras veces estas se agolpan y no queda tiempo para distribuir toda esa variedad que nace en ese momento. Hay momentos de calma y momentos de aceleración productiva.
Heidegger nos habla de la obra de arte como “cosa”, lo que se manifiesta en primer lugar, el punto de partida, que según Miquet esa cosa evoluciona a otra cosa (idea) o retrocede a la idea primitiva (origen).
En definitiva “cosa” para Heidegger es la unidad de una multiplicidad de lo que se da en los sentidos, la cosa llega a través de los sentidos que nos dan una multiplicidad de sensaciones.
La cosa es una materia conformada, la cual ayuda a explicar, principalmente, el ser del “útil”, determina el ordenamiento y tipo de materia.
Acá aparece el concepto del útil, que tiene en común con la obra de arte el haber sido creado por el hombre, sin embargo no goza de la autonomía de ésta.
El útil se agota en el uso, cuando funciona bien no le prestamos ninguna atención. La obra de arte, en cambio, es visibilidad, presencia, mostración, y lejos de resolverse en una función en el mundo, atrae la atención sobre sí.
Dice Miquet: “el arte no necesariamente debe cumplir una función utilitaria, al arte primitivo creo que no hay artista que lo supere, porque a esas personas nadie les enseñó nada”.
También Heidegger nos habla de la esencia de la obra de arte. Ella es apertura del ser del ente, desocultamiento del ente. La verdad del arte es verdad original, porque sólo allí el ente se abre en su ser, sólo allí la verdad acontece.
La obra de arte ilumina (permite ver) todo lo que existe. Pero si por un lado muestra (es exposición), también oculta. Hay una lucha entre lo que se muestra y lo que se oculta, y en esa lucha la verdad acontece.
En su obra Heidegger da mucha importancia a la poesía, según él, el poema no es un delirio ni una divagación, porque lo que él despliega, en tanto que proyecto esclarecedor de desocultamiento, es el espacio abierto, al que hace acontecer, y de tal manera, que es sólo allá cuando el espacio abierto de lo ente logra que lo ente brille y se renueve.
Miquet encuentra en la poesía, una puerta abierta a una visión más plástica, una conjunción entre una y otra, realiza un juego. Como dice Heidegger, “la poesía es inocente, aparece bajo la forma modesta del juego. Inventa un mundo de imágenes y permanece ensimismada en lo imaginario, tiene algo de sueño y nada de la seriedad de las actividades prácticas”.
Análisis de la entrevista de María Luz Castillo al artista plástico Pablo Miquet.
Cátedra: Estética de la Recepción
Profesor: Andrés Calabrasa